Desde 2015 Proyecto Nina ha sido un espacio de crecimiento compartido, una ilusión por acompañar a quienes confían en nosotros sus inquietudes más íntimas. Es por esta razón que, aunque Proyecto Nina hoy cierra las que han sido sus puertas físicas en los últimos años, la ilusión nos seguirá allá donde llevemos la terapia.

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Nina

Hay una mujer estrechamente vinculada a los valores sobre los que se asientan los pilares de Proyecto Nina. Ella es Delfina López Dionis. He tenido la suerte de tenerla muy cerca en mi vida durante 40 años, lo que me ha permitido ser testigo de cómo el amor por el trabajo bien hecho, la generosidad, la constancia y la perseverancia....sólo pueden dar buenos frutos para uno mismo y para los demás.

Mi abuela sigue viva en muchos de nosotros y en muchos lugares, y Proyecto Nina es irremediablemente, y seguirá siendo, uno de esos lugares. He aquí un pequeño homenaje a su memoria a través de las preciosas palabras escritas por Ramón de Torres a petición de la Universidad Popular de Celia Viñas.

Delfina P. Ramos
Cofundadora de Proyecto Nina


PARA UNA IMAGEN DE DELFINA LÓPEZ DIONIS

Delfina López Dionis (1923-2022) nace el 17 de mayo de 1923 en la plaza Muñoz, esquina a la calle Pizarro, del centro histórico de Almería. Hija de Jesús y Dolores, su padre, maestro nacional, aprovecha los paseos por el Parque para enseñarle a leer, a muy temprana edad, dibujándole con su bastón el abecedario en la tierra. Esos paseos con frecuencia culminan junto al mar, disfrutando de los movimientos de entrada y salida de los barcos en el puerto, en el entorno del cargadero de mineral El Alquife, cuya imagen como símbolo de la fachada marítima de la ciudad la cautiva para siempre.

Estudia bachillerato, y a partir del curso 1943-1944 tiene como maestra a Celia Viñas, que de inmediato se convierte en referente de su formación, intensificando su vocación docente. Entre 1946 y 1948 cursa estudios en la Escuela Normal de Magisterio, y en 1949 inicia su labor docente en el pueblo de Líjar, enclavado en la Sierra de Los Filabres, que entonces tenía 1.200 habitantes. Ese año toma allí posesión de su plaza Ramón de Torres Muñoz, con quien contrae matrimonio el 22 de diciembre de 1950 en la iglesia del convento de Las Claras de Almería.

En Líjar, el matrimonio emprende su firme compromiso en favor de la enseñanza pública, superando la mera transmisión de conocimientos para profundizar en la educación en valores. Plantean técnicas pedagógicas adaptadas a su alumnado y con frecuencia unen sus clases para potenciar la enseñanza con itinerarios personalizados. En esta etapa, en la que nacen su tres primeros hijos: Juan, Ramón y Delfina, se cierra en 1959 con una cálida y emotiva despedida ‒entre lágrimas y con sus alumnos corriendo detrás del coche contratado para su viaje a Almería‒ como expresión de la estrecha relación entablada con su alumnado y con los vecinos con los que establecen profundos vínculos de amistad, de relación solidaria y de mutua comunicación, que perduran en el tiempo.

En Almería abre una etapa de transición; en 1960 nace Jesús, su cuarto hijo, y está unos años de excedencia hasta que en 1967 comienza su segunda etapa docente que se prolonga 17 años en el barrio de La Chanca. Primero en el C. P. La Chanca (antes llamado Alejandro Salazar) y posteriormente en el C. P. Nuestra Señora del Socorro. En estos años comparte colegio con Ramón, su marido, y con su hermano Jesús y su mujer Fuensanta. En el barrio marinero de la ciudad, ambos matrimonios experimentan su inmersión en el mestizaje humano, cultural y social que lo caracteriza. Su trayectoria en La Chanca se interrumpe cuando sufre dos desprendimientos de retina sucesivos que motivan su obligada jubilación en 1985, tras haber estado destinada en el curso 1984-1985 en el C. P. Adela Díaz, que se ubica próximo a su domicilio.

El 17 de mayo de 2011, día de su ochenta y ocho cumpleaños, la Asociación Cultural Celia Viñas le rinde un homenaje en la Biblioteca Villaespesa por ser una de las alumnas más antiguas y preferidas de Celia Viñas.

LA HUELLA DE CELIA VIÑAS

La educación vital aprendida de Celia Viñas acompaña a Delfina desde 1943, año en el que se convierte en su alumna, hasta el final de sus días. Su estilo y técnicas pedagógicas calan muy hondo en ella por el impacto de sus clases, amenas y plagadas de diálogos, con lecturas, comentarios de texto, recitales de poesía e interpretación de ensayos teatrales, y por su iniciativa para organizar actividades extraescolares donde fomenta el amor a la naturaleza y el paisaje, y promueve la camaradería, los juegos deportivos y lúdicos en los que Celia sorprende tocando su armónica.

Sabiduría, autoridad, modernidad pedagógica y de su palabra poética, diálogo, dulzura, cordialidad entrañable, pasión por el detalle, amistad y confidencia, tal es el perfil que Delfina traza de su maestra, acompañado de numerosas anécdotas de su relación con ella.

Uno de sus primeros recuerdos es su encuentro con Celia en la calle Eduardo Pérez, tras haber realizado un examen. En plena calle le hace las correcciones con comentarios específicos y le otorga una buena calificación, pero le rebaja un punto por haber cometido una falta de ortografía.

Muestra de la empatía, del sentido del humor de Celia con sus alumnos, es la complicidad cuando gastan una broma al acudir sus alumnas a la clase de inglés ataviadas con sombreros, simulando la celebración de la boda de una de ellas, y mientras eso sucede, Celia, que está avisada, disfruta de la escena a través de la puerta de la clase entreabierta.

Su amistad y confidencia con Celia se acrecienta con el paso del tiempo. Delfina conserva los recuerdos y regalos que Celia le hace en el nacimiento de sus primeros hijos, y los exámenes, felicitaciones, cartas y fotografías que recibe de ella y que lamentablemente se destruyen tras el incendio de su casa acaecido en el año 2007, que además la obliga al desalojo de su casa durante meses. Pero en su recuerdo pervive imborrable la carta que Celia le escribe, desde su viaje de novios, donde le expresa su ilusión por ser madre, lo antes posible, de todos los hijos que Dios le quisiera dar.

En noviembre de 2021 tiene conocimiento, mediante Juan José Ceba, de la carta que Celia le escribe a Gabriel Espinar el 9 de noviembre de 1944, donde le pregunta «¿Recuerdas a mi Delfina López Dionis?» Ese adjetivo posesivo «mi» lo recibe, setenta y siete años después, con profunda emoción que le cala hasta la sustancia última de su alma, simbolizando al final de sus días la profunda huella que dejó en ella su querida maestra.

VINCULACIÓN CON LA CHANCA

Llega al C. P. La Chanca en el momento en que finalizan las obras de ampliación del centro, según el proyecto redactado por Guillermo Langle, para completar la primera planta del edificio agregando la segunda planta completa. Estas obras son necesarias para atender a toda la población escolar del barrio.

Para ella la escuela es un alto lugar de la cultura o del espíritu, un espacio de encuentro y unificación de los saberes y valores que se descubren en la vida compartida, configurando una ética-cívica que se transmite con la educación. Compañerismo, diálogo, igualdad, trabajo, respeto mutuo y dignidad son valores que trata de inculcar en la escuela a lo largo de su trayectoria docente, y que vive con particular intensidad en su vida cotidiana y en el ámbito familiar.

En La Chanca trata de aplicar estas ideas con humildad, entrega, generosidad y compromiso con la educación, concentrando sus esfuerzos en la enseñanza con pedagogía y humanismo, con corrección intelectual, personal y moral.

Su experiencia en el barrio deja una huella que aún perdura. Testigo de ello es su hijo Ramón, que como arquitecto se involucra, desde comienzos de los años ochenta, en el proceso de transformación urbana y participación social formando parte del equipo redactor y dirigiendo la ejecución del Plan Especial de Reforma Interior de La Chanca, impulsado por la Asociación de Vecinos La Traíña, donde se integran alumnas y alumnos de sus padres y tíos que con cariño mantienen vivos sus recuerdos.

El Plan constituye un estrategia integral de procesos sociales para conseguir como objetivos el acceso a una vivienda digna, la sanidad, la educación y la formación ocupacional como derechos sociales. Delfina con emoción apoya y comparte la dinamización cultural y vertebración social emprendida a través de las escuelas, como factor clave de esa estrategia, que se desarrolla en colaboración con el C. P. La Chanca, y en la que también participan los colegios de Nuestra Señora de la Paz y Nuestra Señora del Socorro.

Se siente partícipe, junto al resto de maestros comprometidos, que en su día iniciaron esta labor de educación en valores y fortalecimiento de la comunidad que, ahora, impulsan los nuevos docentes en el barrio. Esta labor educativa ilumina la creatividad del alumnado chanqueño para que sepan reconocer a quienes los miran y tratan con dignidad ampliando sus horizontes. Así se refuerzan en los niños y jóvenes los valores que progresivamente se difunden entre los padres y el resto del vecindario.

La «señorita Delfina», tal y como la llaman sus alumnas y alumnos, una excepcional maestra. Una mujer que ‒como diría José Ángel Valente‒ «hace de sus pensamientos seres vivos, capaces de habitar un lugar. O mejor aún, capaces de hacer un lugar habitable».